¿Quién encabezará la audacia de combatirla? Suspiran los árboles… El anciano con su manto de sabiduría, levanta un guijarro y lo unge de bondad. Poco a poco va resplandeciendo entre sus manos, que se elevan irradiando gloria. Le basta con eso. Mientras su voz llega hasta la cueva, como un conjuro que la destierra sin olvido. Las letras se dan la mano, para llamarla ternura.
Tatín.
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